domingo, 16 de diciembre de 2007

Recuerdos

Una noche recorrí el valle de los recuerdos, quería encontrarme con ellos. El hada que los custodiaba miraba fijamente mis pasos, en su mano tenia la llave del cofre en donde los guardaba. Se acerco en silencio, tomos mis manos y me entrego la llave. Acaricio mi rostro despidiéndose con un beso, cuando trate de hablarle ya no estaba allí. Solo dejo un camino marcado, lo empecé a recorrer, en el estaban los retazos de mis fracasos, los bocetos de mis sueños, fotografías viejas y al final del camino el cofre con los recuerdos. Lo agarre con delicadeza, tome la llave que el hada me había dado y decidí abrirlo. Comenzaron a volar como mariposas cuando salen de sus capullos, en ese momento corrí detrás de ellos para atraparlos, algunos estaban más latentes que otros, varios se quedaron en el cofre porque estaban dormidos y otros ya no existían. Mis manos estaban lastimadas y mi cuerpo cansado, sin embargo, seguí buscándolos. El tiempo retrocedía por cada recuerdo encontrado, la memoria se convirtió en una película en blanco y negro que no paraba de correr. Trate de detenerla pero fue en vano, ella me mostraba toda una vida, con alegrías, tristezas, disgustos, despedidas y reencuentros. Vencida por los propios recuerdos, opte por detenerme en cada uno de ellos, en algunos me detuve mas de una vez en otros automáticamente los guarde sin darles tregua para ser recordados. Mi frágil memoria recupero su esencia, mi conciencia retruco mis actos y el corazón revivió aquellas emociones dormidas. Luego de eso, los guarde nuevamente en el cofre con la tranquilidad de saber que todos estaban allí, conciente de ello, lo cerré con llave dejándolo en el mismo lugar en donde lo había encontrado. Al día siguiente cuando desperté, encontré en mi mano aquella llave con una nota “cada vez que necesites de tus recuerdos, acude a ellos, no trates de olvidarlos sino de consérvalos, ellos son la evidencia de nuestras vidas” y nuevamente sentí el dulce beso del hada.
Griselda

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