lunes, 26 de octubre de 2009

Perdonar

La vida nos enseña que hay que perdonar aunque nos cueste, perdonar aquellos errores cometimos, a la personas que nos lastimaron, perdonarnos a nosotros mismos, sino seguiremos paralizados en el mismo lugar, con viejas heridas abiertas, con preguntas a medias, con falta de respuestas. Perdonar no es tarea fácil, es un proceso interno que lleva su tiempo, no todos perdonamos con facilidad sin embargo la vida en algún momento nos exige que lo hagamos por nuestro amor propio y por nuestra tranquilidad.
Llegue a la conclusión que si no perdono mi corazón no esta en paz, esa paz que sólo yo conozco y anhelo cada noche cuando trato de conciliar el sueño mientras los fantasmas del pasado se apropian de mi existencia. Derramé lagrimas para reparar lo cometido, jure una y otra vez alejarme de recuerdos que marcaron mi inocencia y que convirtieron a esta mujer, en una persona fría, distante y meticulosa en mantener el orden en su vida, aquella mujer que no desafiaba sus limites para no perderse en la clandestinidad. Hoy después de varios años decidí perdonar en especial a alguien que cada vez que lo encuentro, lo único que deseo es su felicidad sin que tenga que recorrer mis pasos. Si no lo perdono su presencia seguirá estando en todos los rincones del presente, en rostros ajenos y en mis actitudes. Muchas veces me aleje pero nunca lo perdone, como nunca escucho todo el daño que causo, no importa si no pide disculpas, solo me interesa perdonarlo y despedirme en silencio. Ese silencio que es mi ausencia para siempre y esta vez no hay vuelta atrás.


Griselda Raffo