miércoles, 27 de febrero de 2013

Hay un momento en el día que me desvanezco, es cuando cae la noche. Todavía no puedo ser honesta conmigo misma o quizás no quiero que quede registrado lo que siento en estas simples palabras. Las noches se volvieron testigo de mi fragilidad y solo me ofrecen más silencios. Se que en algún momento tendré que decirlo o mejor dicho reconocer lo que siento. ¿Como hago? ¿Como despojar de mi todos los miedos? ¿Como saber si lo que estoy haciendo es lo correcto? Deambulo en la contradicción entre lo que digo y lo que hago. Sigo siendo esclava de mis propias palabras, de mis propios hechos y todavía sigo manejando el silencio. Naufrague sin darme cuenta olvidando el camino de regreso. Creí que si ignoraba la voz de mi conciencia mi mascara no se oxidaría. Esta debilidad tiene fecha de vencimiento porque no quiero ser rehén de ella porque necesito sonreír cada mañana, porque a cada segundo dejo el pasado aunque el se resista a que lo olvide. No quiero que mi alma pierda su luz ni mucho menos su encanto. No quiero perder el brillo en la mirada pero a veces pierdo las fuerzas y desvanezco en las tinieblas. Siempre me gusto jugar a lo incierto pero hoy necesito la certeza de que esto pasara y volveré a ser la persona que se emociona con la pequeñeces de la compleja vida que me obliga a seguir estando de pie.

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