sábado, 12 de enero de 2008

La doncella de la oscuridad

Sentada en la roca, ella lo espera, sus pies se pierden en las aguas calmas que reflejan su cuerpo adornado de suaves tules. Sus cabellos inquietos por la brisa de la noche se entremezclan con las estrellas.
El rostro iluminado por la claridad de la luna contempla el más allá, desafiando a las tinieblas de la noche y a los cazadores furtivos de almas, ella solo espera y la luna es la única testigo de su melancolía.
Su amado se exilio a la soledad, una soledad por la que pretende seducir al mundo hacia si mismo. Se lanzo hacia cruzadas imposibles por el placer de arriesgarse y descubrir nuevos horizontes.
Durante noches se encontró dividida entre la vida y la muerte invadiéndola de eterna angustia. Ella sabe que quizás nunca más lo vuelva a ver sin embargo desconoce la resignación y acude al deseo del regreso.
Varias noches han pasado y su figura sigue reflejada en las aguas, esa figura perfecta pero abandonada por el egoísmo ajeno de quien ama.
Una noche se escucho a lo lejos caerse la espada derrotada de su amado y junto con él, el mundo también. Ya nunca volvera, su alma es parte de las constelaciones que reinan el universo. La luna trato de decírselo a la doncella pero ella no escucho o no quiso escuchar. Solo de sabe que cada noche ella vuelve al mismo lugar pero esta vez no lo espera sino que habla con las estrellas recordándolo en soledad y la luna la observa desde lejos…

El titulo de este escrito pertenece al autor de la imagen (lo baje como fondo de pantalla) por eso respete el nombre de la misma.

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